Se han contabilizado 370 víctimas mortales más que en el anterior período
En total el año pasado murieron por esta causa 3.678 personas, hasta un 39% de ellas eran niños
El pisar una mina provocó, también, 225.000 heridos en tan sólo un año
Hoy se celebra el Día Internacional de Información sobre el Peligro de las Minas. Desde 2005 se desarrolla esta efeméride cada 4 de abril. Trata de poner el foco en las víctimas que cada año causan. Ya que aunque parezca mentira siguen siendo utilizadas en los conflictos armados.
Para conocer la verdadera dimensión de este problema, podemos acudir a la web de La Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres (ICBL). Una organización integrada por distintas ongs que tratan de concienciar sobre los males que provocan sobre la población civil de los países y regiones del mundo que están o han estado en guerra. Su trabajo le valió el reconocimiento del Premio Nobel de la Paz en 1997.
Su monitor ofrece datos anuales sobre su uso y sobre las bajas que causan, al igual que señala quiénes las siguen empleando y quiénes las producen.
Sus datos más recientes corresponden a 2015, y a priori ya nos ofrecen una primera conclusión: se registraron 3.678, frente a las 3.308 documentadas en 2013. Un aumento que ha hecho que la media al día se eleve, pasando de 9 víctimas a 10 en tan sólo un año.
Aumenta el número de víctimas y el número de grupos armados que las utiliza
Hasta un 80% de las víctimas que produjeron estos artefactos explosivos fueron civiles y un 39% de ellas fueron niños. Las mujeres y las niñas suponen un 12% del total de las muertes producidas. Las minas antipersonales causaron más de 225.000 heridos, según las cifras de este monitor.
La razón de que se haya incrementado el número de víctimas en 370 desde octubre de 2014 a octubre de 2015 es que han aumentado los grupos armados no estatales que las usan para causar la muerte o la mutilación entre las filas de sus «supuestos enemigos».
El monitor registró casos en al menos 10 países: Afganistán, Colombia, Libia, Myanmar, Pakistán, Siria y Yemen, así como en Irak, Túnez y Ucrania. De hecho, el incremento descontrolado de este tipo de artefactos hizo que las cifras globales crecieran tanto. Un número de países demasiado alto, para observar datos similares hay que mirar a 2006.
Sin embargo, también, es cierto que esta organización ha detectado que no sólo más grupos armados las utilizan para sembrar sus territorios, sino que algunos gobiernos, también lo hacen. Aunque su número se ha mantenido más bajo que en otros años. Confirmaron nuevos usos en 2014 y 2015 por las fuerzas gubernamentales de Myanmar, Corea del Norte y Siria.
Particular es el caso de Yemen, donde, además se sospecha que se están utilizando bombas de racimo, cuyos restos pueden seguir causando bajas tiempo después, por parte de la coalición internacional liderada por Arabia Saudí, a pesar de que su uso está prohibido por los tratados internacionales. Lo peor es que proceden de los Estados Unidos como denuncian las ong Human Right Watch o Amnistía Internacional.
Por desgracia, no son los únicos que las utilizan. Human Right Watch, también, ha denunciado el uso de las bombas de racimo por parte del ejército ruso sobre territorio sirio. En unos quince días, desde el 26 de enero de al 10 de febrero de este mismo, ha contabilizado 14 ataques, aunque cree que podrían ser más.
A pesar de lo dramático de esta radiografía, es el segundo año con unos índices más bajos desde que se comenzaran a registrarse. Por aquellos entonces, en 1999, la media se situaba en 25 personas por día.
Más zonas libre de minas, pero baja en 30 millones el dinero destinado a la descontaminación
Dentro de este panorama, la buena noticia es que han aumentado los kilómetros declarados libres de minas antipersonas. Unos 200 kilómetros cuadrados fueron despejados durante de 2014 frente a los 185 de 2013. Unas 230.000 minas fueron destruidas calcula esta fuente. La mayor parte en Afganistán, Camboya y Croacia. En septiembre de 2015, Mozambique se declaró libre de minas poniendo fin a esta particular sangría.
La otra cara de la moneda es que aún existen 57 estados y cuatro áreas como Kosovo, Somalilandia, Nagorno Karabaj y Sáhara Occidental donde se sabe que siguen existiendo este tipo de artefactos. Por otro lado, hasta 27 estados han pedido una prórroga para continuar con su desminado por no poder cumplir con sus compromisos.
En cuanto a los arsenales, en los últimos años, en total se han inutilizado más de 49 millones de minas antipersonas, incluidas las más de 530.000 de 2014. El país que más reciente que se ha deshecho de ellas ha sido Finlandia.
Bielorrusia, Grecia y Ucrania todavía continúan sin cumplir lo que han firmado en sus acuerdos internacionales para desmantelar estos arsenales. Tenían como límite el 1 de marzo de 2008, mientras que Ucrania se comprometió al 1 de junio de 2010. A fecha de hoy aún no lo han hecho, por lo que están fuera de la legalidad.
En 2014, se destinaron hasta 610 millones de dólares para el desminado de estas zonas. Esto supone una reducción de 30 millones comparado con 2013. Unos 42 estados y 3 regiones recibieron unos 417 millones en donaciones, la mayor cantidad de dinero fue a parar a Afganistán, mientras que 13 estados afectados apartaron de sus propias arcas unos 197 millones de dólares.
Países productores de minas
A pesar de que muchos países se han comprometido a no emplear las minas y, también, las bombas de racimo, y son muchos los esfuerzos que se hacen para acabar con ellas, se siguen fabricando y comprando como recoge este estudio.
Existen 11 Estados identificados como productores potenciales de minas antipersonales, mientras la producción activa se sospecha que está en 4 países: India, Myanmar, Pakistán y Corea del Sur. En relación a las bombas de racimo se tiene constancia de que se producen en Rusia, China o Estados Unidos.
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