El Colegio de Periodistas de Andalucía dice que defendará a los medios digitales veraces de aquellos que no lo son. Y lo harán a través de la expedición de unos certificados. Pero, las preguntas que surgen ante esta propuesta son demasiadas, sobre todo cómo fiarse de ellos si a los grandes medios también les han colado noticias falsas o cuales serán los criterios que seguirán para desestimar o aprobar estos «sellos de calidad». O bien, se convertirá en una vía de financiación de este órgano, esto es un nuevo negocio encubierto.
Entre las primeras medidas de la recientemente elegida Junta del Colegio de Periodistas Andaluz está la de resaltar la labor de los verdaderos medios digitales frente aquellos que tienen apariencia de ellos pero no lo son. Pretende hacerlo a través de la expedición de certificados que este órgano otorgará a aquellas webs que respondan a los criterios periodísticos de objetividad y veracidad que inspiran el derecho a la información del artículo 20 de nuestra Constitución. Según explica su página, esta iniciativa ha surgido ante la “necesidad de facilitar a la opinión pública alguna «fórmula» para que sepan cuando están ante una información veraz y cuando no.
Es cierto que en la maraña de la red se viralizan los bulos y noticias falsas recurrentes que despiertan el interés de los lectores. Hay millones de ejemplos, y no se sabe con certeza que persiguen sus creadores. A veces es el clic fácil y otras son cadenas de mensajes que se reenvían y se propagan a la velocidad de la luz en las redes sociales buscando timar al «inocente» internauta. Sea como sea, son muchas las voces de alarma que han surgido para alertar de esta realidad. Facebook o Google intentan combartirlas, pero, quizás no con demasiado éxito, por el momento. Así en el caso del gigante de Mark Zuckerberg busca la colaboración ciudadana para descubrir estas mentiras. Incluso, tiene a un equipo de expertos para comprobar la veracidad del contenido compartido. O el buscador más potente del mundo te indicará cuales noticias han sido verificadas y cuales no.
Intento fallido
Hasta aquí todo correcto, pero es cuestionable hasta qué punto está propuesta no se convertirá en otro intento fracasado de tratar al usuario como un niño pequeño que no sabe discernir la verdad de la mentira. No entiendo el porqué tenemos que confiar en el Colegio de Periodistas cuando a los potentes medios tradicionales o digitales les cuelan «goles» casi todos los días, y luego, casi nunca ves una rectificación. Por ejemplo, aunque la policía vasca afirmó que en España no se había producido ningún caso de adolescentes que hubieran acabado en el hospital por dejarse llevar por el conocido juego «La Ballena Azul». O que también buscara pruebas la popular web Snopes, dedicada a desmetir bulos en internet, y no encontrara nada que confirmase estos hechos. Los potentes medios la siguen manteniendo en sus archivos, y es fácil encontrar en la red el caso de una chica de Barcelona que acabó ingresada en una unidad psiquiátrica por obsesionarse con este juego. Hasta 500.000 entradas aparecen en Google sobre este tema, sin advertir que es una noticia falsa.
Por otro lado, no habría que preguntarse a quiénes darán estos certificados. ¿Qué criterios utilizarán para desestimar o aprobar este aval de calidad? Lo que me retrotrae a tiempos pasados, a los sistemas gremiales cuando unos pocos decidían quienes pertenecían al gremio y quienes no, en este caso quienes gozan de credibilidad y quienes no. Qué sucede con el experto de un tema que tiene su blog y no le conceden esta «gracia» o el pequeño medio digital cuyos trabajadores pasan de este órgano. Una asociación que se ha otorgado la potestad de englobar a todos los periodistas de Andalucía, cuando no existe ninguna obligación legal de pertenecer a él. De hecho, tan sólo cuenta con 700 miembros en esta comunidad. Retomando la respuesta a esta pregunta, es simple: no será reconocido de manera más o menos oficial como veraz, lo que le hará perder entrecomillas prestigio entre sus seguidores porque unos señores y señoras sin autoridad real para hacerlo los habrá señalado.
Y otra incógnita más, costará dinero el solicitar ese certificado o lo otorgarán de manera altruista. Algo que dudo porque tener a un equipo de profesionales dedicado a ello es caro. Y no sé si será una vía más para financiarse o no, y en consecuencia, no accesible para las empresas periodísticas más modestas. ¿Será un negocio más encubierto?
Crisis de confianza en los medios españoles
Sinceramente, no me extraña que mi amada vocación viva un momento de descrédito. Los lectores saben que no se pueden creer la mitad de la información que se publica, debido a la manipulación intencionada o en el mejor de los casos simplemente por no contrastar las noticias por ser los primeros en difundirlas, y creyendo a pies juntillas lo que dicen las agencias. Puesto que es más barato y productivo un redactor que fusile los textos que uno que los investigue. De hecho, los medios de comunicación españoles no aprueban en credibilidad, según un estudio realizado por la Universidad de Valencia.
Finalmente, si tan claro tienen los españoles que les mienten a diario, a lo mejor, no necesitan a ningún grupo de compañeros que les digan que es verdad o es mentira en la red. Yo confío en la inteligencia colectiva. Al fin al cabo, es la única arma innata que al hombre le ha permitido sobrevivir durante miles y miles de años. Y el sentido común de cada uno nos dirá que creernos o no, y no es necesario que los traten como menores de edad cuando hoy tienen a su disposición herramientas y fuentes alternativas, al alcance de un clic, que los orienten en estas cuestiones.
Otra chorrada más
Sinceramente, me parece otra «chorrada» más del Colegio de Periodistas de Andalucía. Y un consejo gratis, por desgracia, existen otras muchas banderas que defender, como la precariedad laboral que sufrimos o las presiones políticas a las que nos someten. Aunque, en esta última cuestión podría tener algo que ver, quizás , la abundancia de empresas cortesanas y vendidas que en vez de interesarles la información prefieren el dinero o simplemente un falso poder.