Nueva alerta sobre el crecimiento de la desigualdad en España. Esta vez viene de la mano de UNICEF. Somos el cuarto país de la Unión Europea donde la distancia entre los niños de familias más pudientes y de las más humildes es mayor. A pesar de ello, a penas se destina dinero púbico para equilibrar la balanza. Incluso, entre 2010 y 2013 se recortó en 6.300 millones de euros.
La desigualdad entre los niños más ricos y los más pobres es cada vez mayor. Hasta el punto que España, en este sentido, se sitúa en la cola de los países desarrollados que integran la OCDE, Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, por tener una brecha que crece a pasos agigantados. Y lo está por méritos propios, así la diferencia entre el 10% de los menores con más recursos frente al 10% con menos es de 12 a 1, mientras que la media es de 10 a 1.
Dicho de otro modo, somos el cuarto país con una mayor distancia entre los menores de familias pudientes y los de las familias más humildes de Europa. Tan sólo nos superan Rumanía, Grecia y Bulgaria. Y el sexto si miramos a los estados integrantes del anterior organismo internacional. Lo dice el último informe de UNICEF, titulado Equidad para los niños, el caso de España.
Esta afirmación viene avalada por datos como que más de un tercio de los niños españoles vive en riesgo de pobreza o exclusión social. Sin embargo, asegura esta institución nuestro reino es el país de la Unión Europea que menos porcentaje de su PIB destina a prestaciones económicas para las familias y la infancia.
Al mismo tiempo, se ha detectado que el grado de insatisfacción entre las niñas y los hijos de los inmigrantes ha ido, también, creciendo. Únicamente, salimos bien parados en igualdad sanitaria y educativa, donde superamos en algunas décimas la media, pero nos alejamos de los que están mejores posiciones.
Entremos en profundidad en esta nueva alerta social, lanzada hace tan sólo unos días. Señala que los más débiles son los que siguen pagando la crisis económica, y que aquello de la recuperación les queda aún demasiado lejos. Para su elaboración se han estudiado cuatro parámetros: la desigualdad en ingresos, educación, sanidad y bienestar subjetivo.
1. Desigualdad en Ingresos
Tanta es la brecha económica entre los niños pobres y ricos que supera un porcentaje del 60%. Lo que se traduce en otro dato aún más demoledor, el 36% de los menores españoles viven hoy en riesgo de pobreza o exclusión social, siguiendo el indicador AROPE de la oficina estadística de Europa. Esto significa que por cada 10 pequeños en más de 3 casos sus padres no alcanzan el 60% de la mediana de un sueldo, poco más de 663 euros al mes.
Cuantía que está 6 puntos por encima de la media de la OCDE y multiplica por tres la de los mayores de 65, un grupo tradicionalmente vulnerable. Solo cinco países (Rumanía, Bulgaria, Hungría, Grecia y Macedonia) están peor que España en este indicador.
Además, UNICEF confirma que aquellos menores que pertenecen a familias de inmigrantes, de bajos ingresos, numerosas o monoparentales sufren aún más esta brecha. Su situación empeoró más rápidamente y en caso de mejorar lo hizo más lentamente que aquellos de entornos más solventes. Por ejemplo, 1 de cada 2 niños de hogares migrantes vive en la pobreza frente a la media del 36%.
Lo peor es, según este informe, que los problemas derivados de la falta de dinero en la infancia se pueden arrastrar toda una vida.
Del mismo modo, los obstáculos socioeconómicos en las primeras etapas de la vida aumentan el riesgo de obtener menos ingresos, padecer problemas de salud y carecer de las aptitudes suficientes en la edad adulta. A su vez, esta situación puede perpetuar las desventajas durante generaciones. Nada de todo esto es culpa del niño.
2. Las desigualdades en educación
Según UNICEF las posibilidades que un niño español con estatus socioeconómico bajo fracase educativamente con respecto a otro de estatus alto está entre un 10% y un 15%. La media de la OCDE está en un 18%, pero, aún nos queda mucho para acercarnos a Japón o Corea del Sur que ronda el 7%. Nos situamos en puestos intermedios.
3. Las desigualdades en sanidad
En este apartado que estudia la brecha que existe entre los niños que sufren problemas de salud y los que no. España se coloca en el puesto décimo sobre 35 estados analizados. Para calcularlo se fija en la mediana, y en la distancia que los separa. Dicho de otro modo, el porcentaje de menores que están por debajo de los valores medios, en nuestro es caso de 27,36. Por lo que con este valor obtenemos la mejor puntuación dentro de los cuatro parámetros medidos. Se explicaría por la universalización de la sanidad pública española frente a países como Polonia, Turquía o Israel.
4. Cuanto más pobres y desiguales, niños más infelices
Si la primera conclusión que establece este detallado informe es que la desigualdad es persistente, la segunda dice que la pobreza y la desigualdad trae insatisfacción para los niños. Están más tristes y, en consecuencia, son menos felices. Nuestra brecha es de 29,23. Esto es la diferencia entre los valores más bajos de percepción sobre la felicidad en relación con los que están en la mitad de la tabla. Estamos en el puesto 24 sobre 35 países, de nuevo en el vagón de cola.
La importancia de una verdadera cobertura social
Pese a estos malos datos, donde España se va consolidando como un país donde los niños son los que están sufriendo más las consecuencias de la desigualdad, y como apunta este documento, sin que ellos sean culpables de nada y sin que puedan hacer nada, tampoco, para salir de ella. España es el país de la UE que menos porcentaje del PIB dedica a las prestaciones monetarias para familias e infancia: un 0,5%, menos de un tercio de la media europea.
También, es uno de los países con menos gasto en protección social a los niños y sus familias, con el 1,4% del PIB, frente al 2,3% de la media comunitaria, el 3,7% de Dinamarca, el 3% de Irlanda o el 2,5% de Francia.
Tesis que está en la misma línea que otro de últimos informes de la Fundación de Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada de Cáritas. En este documento se llegaba a la conclusión, de que hasta el 80% de las personas que en su infancia y adolescencia habían tenido problemas derivados de la falta de recursos estaban condenados a reproducirlos en su vida adulta, al no existir una cobertura social que equilibrase esta balanza y que le diese las mismas oportunidades a todos, sin importar el estatus económico.
En definitiva, lo que vienen a denunciar UNICEF es que se está poniendo en peligro a una generación que no tiene garantizado que su bienestar social sea mayor que el de sus padres, sino que de seguir en esta senda, posiblemente vivan peor que sus progenitores y abuelos. Y que los esfuerzos que se están haciendo para evitar este futuro son escasos. Tanto es así que entre 2010 y 2013 el la partida destinada a la infancia disminuyó en 6.300 millones de euros.
Si te ha gustado y quieres colaborar:
O puedes convertirte en un humilde patrocinador, a partir de un dólar: