A las puertas de Europa han llegado los que huyen de la guerra, y la respuesta de sus dirigentes está escandalizando al mundo. Y no es para menos. Imaginarse lo que supone huir de la violencia es difícil desde la comodidad de nuestro salón. Pero, lo cierto es que si durante lo que dura una pieza de un informativo, un 1,10 minuto, logramos tan sólo empatizar con el drama que viven estas personas, nos daremos cuenta de la inhumanidad que causa mirar hacia otro lado.
Precisamente, eso es lo que en están haciendo los gobiernos del viejo continente, no actuar con diligencia y dejar pasar los días, como si el problema fuera a desaparecer, como si estuvieran de vacaciones y ya volverán a sus casas. Obligados por la opinión pública de sus países dan pasitos, dicen que hay que ser solidarios. Pero, realmente, ¿lo son?
Cuatro millones de sirios que huyen de la violencia, y ahora Europa dice que acogerá a 120.000 refugiados
La Agencia para los Refugiados de la ONU cifra los refugiados sirios, los que han cruzado sus fronteras, movidos por la desesperación y por la esperanza de un mundo más seguro, en unos 4 millones de personas.
Lo curioso es que tras la imagen terrible del niño muerto, Aylan, en la playa los responsables europeos han dicho que aumentarán el número de personas a las que les permitirán vivir en Europa, de 40.000 que anunciaron podría llegarse hasta las 120.000. Lo peor es que ni siquiera la primera cifra ha comenzado aplicarse y eso que se acordó en mayo.
La verdadera discusión ha estado en que número acogía cada país, y no en cómo ayudarlos. Entre los que no estaban de acuerdo con su cuota estaba España. Afirmaba que alrededor de unos 2.700 refugiados eran demasiados por las circunstancias de nuestro Reino. Sin embargo, en las últimas horas ha cambiado de parecer, y ha afirmado que estaría dispuesto a recibirlos, aunque con condiciones.
Lo que debe llevarnos a la reflexión, por un lado es un problema grave y urgente. Las familias se juegan la vida, cruzan el Mediterráneo en barcazas donde el mar los acaba tragando, llegan en camiones hacinados y sin ventilación o atraviesan andando hasta 6 países, unos 4.000 kilómetros, con lo poco que pueden llevar encima. Y no pueden esperar más, en mitad de una estación, en una frontera, en una carretera o en medio de la nada.
Las declaraciones de Rajoy en la Cadena Cope diciendo que hay que ayudarlos, pero que Europa no puede dar cobijo a todos, y que no es lo mismo los que huyen de la guerra y los que vienen por razones económicas, me llevan a otro punto. Acaso ha olvidado que España, también, se ha convertido en los últimos tiempos en un país donde los españoles emigran buscando trabajo, es decir, por las mismas causas. ¿En qué mundo vive?
Y por otro lado, la cantidad de personas a la que están dispuestas a ayudar es claramente insuficiente. Recordemos sólo ciudadanos sirios son 4 millones, a los que hay que sumar afganos o iraquíes. Un número tan ridículo que debería hacernos pensar de qué estamos hablando. Somos unos 47 millones de españoles, y no podemos acoger a penas unos 3.000 refugiados. Entonces, ¿qué capacidad tiene nuestro Estado? o ¿en qué clase de país estamos?
Y finalmente, ¿tan ingenuo es nuestro Gobierno que cree que por mucho cupo o trámite burocrático que ponga va a a impedir, que las personas movidas por el miedo a perder su vida y la esperanza de una vida mejor, vengan?
Aún nos queda sentido común y humanidad
Mientras que la maquinaria lenta y pesada de Europa no hace todo lo que podría hacer por salvar la dignidad y la seguridad de las personas, a pesar de que su adhesión a la Declaración de los Humanos supuestamente le debería obligar, los ciudadanos a través de sus ayuntamientos se están organizando en la Red de Municipios y Ciudades Refugios.
La idea nació de Barcelona, se trata de crear un registro de familias que estarían dispuestas, incluso, a acogerlos en sus casas. La chispa ha prendido y ya se han sumado grandes urbes como Madrid, Zaragoza o Valencia, pero, también, más pequeñas como Cádiz, incluso, pueblos de Málaga. De momento, se está estudiando como concretar esta ayuda a los refugiados que llegasen hasta España. Por fortuna, aún queda algo de humanidad en nuestra piel de toro, que no ha olvidado que nosotros, también, hicimos el atillo no hace tanto años, huyendo de la muerte y de la violencia de una guerra civil.