Según la ONU alrededor de unas 50.000 personas fallecen cada año por culpa de las catalogadas como «pequeñas armas». Esto es pistolas, fusiles o granadas de mano. El problema radica en su fácil acceso. Y como las mafias, grupos armados y extremistas acceden a ellas y no dudan utilizarlas para lograr sus propósitos.
Se cree que aproximadamente unos 900 millones de armas pequeñas y ligeras circulan en el mundo, con dos vertientes, el tráfico ilícito y el comercio autorizado, valorado por el Banco Mundial en más de 8.000 millones de dólares anuales. Y cuando hay tanto dinero en juego es difícil acabar con esta realidad.

Por su parte el Secretario de la ONU, Ban Ki-moon, resaltaba, en relación a este asunto, que es necesario que las fuerzas de seguridad de cada país hagan un uso responsable de las armas y cumplir con los tratados internacionales.
Pero, hay más. Desde las Naciones Unidas se propone con urgencia combatir la proliferación de las armas ilegales mediante embargos, el mantenimiento de registros y el control de las municiones, entre otras medidas.
Es más, también, se señala la amenaza que las armas suponen para los derechos humanos, las estructuras sociales y las economías. Incluso, su coste se estima en miles de millones de dólares.