Cada día te levantas con un hachazo más a la clase obrera. De verdad, no quiero caer en el pesimismo, pero, es inevitable porque por este camino de políticas económicas peperas acabaremos muchos viviendo debajo de un puente y comiendo en comedores sociales, como dice mi madre, una niña de la posguerra, estamos otra vez en los años cuarenta. De clase media estamos pasando a ser pobres de solemnidad, gracias a las medidas de nuestro gobierno. La última de sus ocurrencias es perversa, que las indemnizaciones de los despidos tributen. Es decir, si tenías un sueldo medio al año por encima de los 20.000 euros, incluyendo las pagas extras si existían, Hacienda se llevará una parte de tu finiquito. Te vas a la larga cola del paro, y encima el Estado se beneficiará de ti. Y no creas que estamos hablando de salarios millonarios, sino de aquellos que estén entorno a los 1.600 euros mensuales.
No están contentos con su reforma laboral que redujo la indemnización por despido improcedente de 45 días a 33 días, es decir, menos dinero por quedarte sin empleo de manera injustificada. Ni tampoco con cobrar menos de paro, antes a partir del séptimo mes hasta el final era un 60% de la base reguladora, desde 2012, tan sólo el 50%. Recordemos, encima, que la razón dada para este último recorte era para incentivar al parado en la búsqueda de empleo.
No se puede ser más cínico y traidor con los ciudadanos que le votaron, diciendo que ellos iban a crear empleo y sacarnos de la crisis. Lo único que hacen es hundirnos más en la miseria, rozando el insulto y la burla. Directamente, este gobierno es despiadado con la clase trabajadora a la que odia en su subconsciente, un odio que lo refleja en sus actos. En medio de todo están nuestros niños, dos millones trescientos mil viven con riesgo de pobreza, un 27,5% de nuestros menores sufren los problemas que conlleva no tener para comer tres veces al día, como están las cosas parece ya todo un lujo.
Cuando pase el tiempo, estos niños no serán llamados los niños de la posguerra, sino de la crisis, marcados para siempre. Mientras, muchas administraciones se niegan a abrir los comedores escolares en verano, con excusas tan peregrinas, sobre todo, procedentes de los peperos, como que se daría mala imagen o que se haría visible un problema muy feo.
Pero, no queda aquí la desvergüenza, meses antes, en 2013 su portavoz adjunto en el Congreso, Rafael Hernando, no tuvo otra actuación que negar la realidad, hablar de casos puntuales, echarle la culpa y la responsabilidad a los padres de los casos de desnutrición infantil.Sí, señor, esto lo llamo ser mala persona e insolidaria.
De verdad, basta ya. Ya no podemos más con vuestra maldad.