Tirarse al barro por una miseria

En España hay inscritos en las oficinas de empleo público unos 8.000 periodistas y casi un 30% de los profesionales son autónomos. Los sueldos son tan bajos que lo más frecuente es que la hora salga a 5,5 euros. Para colmo cada año se gradúan en las facultades unos 6.000 informadores nuevos, y el mercado laboral solo tiene capacidad para absorber a 600. Frente a esta tremenda realidad, el Colegio de Periodistas de Castilla y León propone realizar un curso sobre marketing digital, donde aprenderemos a vender «pescado o sucedáneos» en la red, cuando las condiciones de los redactores freelance son aún peores.

No me sorprende que se organicen cursos de formación para periodistas dentro de las asociaciones profesionales.  En este caso,  lo indignante es la temática,  nada inocente. El Colegio de Periodistas de Castilla y León,  en colaboración con la Fundación General de la Universidad de Salamanca, ha confeccionado un curso titulado «Marketing para periodistas» y algunas asociaciones andaluzas como la de Almería lo promociona y anima a participar en él.

Lo curioso del tema es la justificación del mismo. Como hay 8.000 periodistas en paro, según el informe anual de la profesión, y los que trabajan viven en la precariedad una posible solución es buscar una salida profesional fuera de los medios tradicionales. Dicho de otro modo, reciclarse. Un concepto que te obliga a estar al día, un valor positivo, pero que en esta ocasión tiene poco de bueno, ya que te exige cambiar completamente de oficio, de informador a un comercial enmascarado.

El problema radica en que la decana de este Colegio de Periodistas, Mar González Mena, y las asociaciones que  difunden este curso pretenden que  los  profesionales de la información vendamos «pescado» y sus sucedáneos en internet. En palabras textuales, extraídas de  su nota de prensa:

«En concreto, el inbound marketing utiliza la información en diferentes formatos para atraer y fidelizar a los clientes contando buenas historias sobre los productos, las empresas, los trabajadores, los procesos de producción y distribución y la relación con su entorno. Para generar esos contenidos los periodistas siguen siendo los profesionales que ofrecen mejores garantías, pero deben conocer las bases de marketing digital»

 

Luchar o rendirse

La solución no está ahí, en la «palabrería»,  en vocablos rimbombantes, en palabras en inglés,  sino en seguir luchando por nuestro oficio, en devolver la dignidad perdida al periodismo y a sus servidores, si es que alguna la vez la tuvo.

Los periodistas «buscan contar buenas historias» reales y humanas, en su declaración de intenciones, al menos, de cara a la galería. El periodismo no está en manipular a los destinarios de sus mensajes para comprar «humo». ¿No es eso, acaso, la antítesis del periodismo? 

¿No es nuestro mayor tesoro la credibilidad ante nuestra audiencia, lectores u oyentes? Confianza que pasa por su peores momentos. La propia, Federación de Asociaciones, FAPE, evalúa la sensanción de independencia que tenemos los informadores y  nos otorgamos una nota de 4,3 sobre 10. Terrible.

Cómo quieren que  recuperamos la credibilidad  si nuestra experiencia y conocimientos están puestos al servicio de una empresa cuyo objetivo es camuflar entre supuesta información, publicidad. Convencer al consumidor de que son los más «guapos» y los mejores frente a la competencia. De verdad, ¿somos periodistas o relaciones públicas, informadores o comerciales? ¿No tenemos ya suficientes presiones y servidumbres políticas?

Que quede claro,  jamás criticaré a un compañero, idealista como yo,  que no le quede más remedio  que para llenar la nevera de su casa tenga que pasar por este aro, y se busque la vida como pueda. Pero, esto es una cosa, y otra bien distinta es que desde los Colegios y Asociaciones se afirme que esto es una alternativa porque no lo es. No es oro todo lo que reluce. Únicamente demuestran que tienen un escaso espíritu combativo ante la peor crisis que está viviendo el periodismo y sus profesionales. 

El marketing como salida  profesional, aunque la realidad diga que necesitan para rozar el salario mínimo trabajar 15 horas diarias

De vueltas al comunicado, en él se argumenta que cada vez más periodistas trabajan como autónomos prestando sus servicios a distintas empresas dentro de los departamentos de ventas. Así lo atestiguan:  

“Uno de cada cuatro periodistas trabaja como autónomo, en muchos casos para varias empresas y, cada vez más, generando contenidos para acciones de marketing. Este curso va a permitir a los profesionales de la comunicación aprender cómo sacarle partido a lo que mejor saben hacer: contar historias y darlas a conocer”

 

Matizan estas palabras aludiendo que lo aprendido en el curso les servirá para mejorar su propia marca personal dentro de la red. Y de nuevo, surge otra pregunta, ¿no se trataba de vender una buena historia o venderte a ti, acaso el periodista es el protagonista de la historia? Creía hasta ahora que tu trabajo diario era tu aval, no tú como producto comercial.

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Por otro lado,  me parece que este colectivo en concreto está bastante alejado de la realidad, y eso no habla bien de quien dice representar a la profesión. No hace falta una investigación profunda, sino echar un simple vistazo para encontrar ofertas donde la remuneración que ofrecen es miserable.

Es más, he tomado la precaucación de buscar proyectos de empresas en español, para que nadie diga que si el cambio de moneda o que las tarifas en países latinoamericanos son más baratas porque un euro en Columbia, por ejemplo, es una fortuna.

En la primera que encuentro, poniendo en el buscador: «oferta redactor freelance español», pagan por una entrada sobre noticias tecnológicas de un mínimo mil palabras 2  euros. A partir del tercer mes, 2,25 euros, y a partir del séptimo mes, 2,5 euros con un compromiso de 30 post mensuales. Por supuesto, exigen buen nivel de inglés y que el contenido sea original, como si  por esa lismona pudieran exigir algo.

Pero, ahora la pregunta que subyace  si esto es la tónica habitual o un caso aislado. La respuesta viene de distintos blogs de redactores que se dedican de manera profesional al marketing de contenidos. Según, Roger García del Blog del Redactor la media está entre 10 euros, aunque muchos cobran 5 euros o menos.

La misma línea esta web donde un redactor profesional ofrece sus servicios. Llamativo es que afirma que hay compañeros que cobran por entradas de 100 palabras unos 20 céntimos, y que los más osados llegan hasta el euro por este mismo servicio.

Si miramos su tarifa de precios, este profesional se queda en 80 céntimos por cada 100 palabras. Así que por una entrada de unas 600 palabras, lo más común, ganará unos 4,8 euros. ¿Cuántos artículos tendrá que escribir para ganar su sueldo, si a esto hay que descontarle los gastos habituales de cualquier autónomo, como la cuota a la Seguridad Social? ¿Tendrá tiempo,  ni siquiera para la conciliación de la vida familiar y profesional, sino para vivir?

Fácil respuesta, si nos conformamos con el salario mínimo interprofesional, unos 707 euros con la subida, y le sumanos el seguro autónomo mínimo, unos 267 euros, sin contar otros gastos como las obligaciones fiscales. Nos sale unas 200 entradas al mes.

Es decir, unas 10 al día, suponiendo que las hagamos como churros, sin contrastar, y simplemente, fusilando otros textos ya escritos, lo cual indicaría lo malos periodistas que somos, y tardásemos una hora y media, como poco, nos sale que necesitamos 15 horas al día. Creía que la jornada laboral era de 8, si bien decidimos  no descansar ninguna jornada nos salen 10 horas diarias. ¿Nadie ha caído en la barbaridad que se está planteando? Y que esto ya no tiene ni nombre.

precariedad

Así que echando una visual a esa alternativa que nos propone el Colegio de Periodistas de Castilla y León, está claro que lo único que buscan, aunque estoy segura que con buena intención,   es que los periodistas no solo seamos «pobres enérgeticos», sino pobres a secas. Y encima, desprestigiando aún más a nuestra maltrecha profesión, deformando la realidad con el objetivo de que nuestra empresa venda más, sea lo que sea. Y con eso,  nos tenemos que conformar los periodistas autónomos y los parados.

Demasiados caballos de batalla y pobre respuesta

Caballos de batalla ya tienen suficientes las organizaciones de periodistas como para que desde las directivas se ahonde más en esta crisis. Miguel Ormaetxea analiza  en Media-tics los datos que arroja el Informe Anual de la Profesión sobre los salarios de los informadores y son demoledores.

El sueldo más común oscila entre los contratos oficialmente entre 600 y 1.500 euros. Representa un 40% de la nómina de los asalariados. Sin duda alguna, esto es nadar en la abundancia. Pero, entre los trabajadores por cuenta propia es aún peor, un 35,6% cobra entre nada y 1.000 euros al mes. Hace las cuentas y la hora sale a 5,5 euros, por lo que nos sitúamos entre los españoles que menos ganan, al estar a 3,5 euros/hora el mínimo. Como si esto aún no fuera suficiente proponen con este curso que en la realidad y en la práctica aún se gane menos, a costa de sacrificar nuestra profesión.

Para colmo cada año se gradúan en las facultades unos 6.000 periodistas, cuando el mercado al año es tan sólo capaz de absorber a unos 600, a los que hay sumar los 8.000 parados. 

Y con todo esto, la medida estrella para salir de este panorama es hacer un curso. ¿Qué es un chiste o qué? Proponen que vendamos los valores del periodismo en mayúscula por una miseria.


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