Hoy sí que es un verdadero día de reflexión, tras la celebración del 24-M, y no el sábado previo a los comicios. Entre otras cosas porque el panorama político ha cambiado, y por fortuna. Desde el minuto cero, los perdedores se afanan en decir que han conseguido unos buenos resultados, como lo de la lista más votada.Pero, ya no cuela.
El batacazo del Partido Popular es de enormes dimensiones, digan lo que que digan. Han perdido la mayoría en sus grandes feudos. En términos generales, en 2011 los populares lograron 8.474.031 votos, ahora 6.032.496 . Las cuentas son simples, han perdido la confianza de 2.441.535 españoles. Así que con casi dos millones y medio de papeletas menos no se puede decir que hayan ganado.
Por otro lado, el PSOE por el que nadie apostaba, ha aguantado el tirón, y su descenso no ha sido tan acuciado como se esperaba. De 6.276.087 votos en 2.011 a 5.587.084 en éstas. Ha perdido, concretamente, 689.003. papeletas que vienen a sumarse al 1.500.000 de votos que ya les retiraron su confianza en 2.011. Así que digamos que ha frenado su caída, pero de ahí a que lidera la izquierda va un mundo. Entre otras cosas porque va al rebufo de lo que marcan otras formaciones.
Dicho de otro modo, el bipartidismo se está tambaleando. Si lo miramos por porcentajes, los conservadores han bajado más 10 puntos, del 37,53% se ha quedado en el 27,03%. Los socialistas del 27,79% han descendido en poco más de de dos puntos, y se han colocado en un 25,3%. Es decir, a mediados de 2015 los dos grandes partidos suman un 52%, cuando en en 2011 era prácticamente del 65%. Es cierto que en los resultados de las europeas descendió hasta el 49%, y en estos últimos comicios su suma se ha recuperado en casi 3 puntos.
Lo que no es significativo, puesto que las elecciones europeas no despiertan mucho interés entre el electorado. Su índice de participación en 2014 fue del 45,84% frente al 64,94% de estas municipales.
Mientras, aunque los gobiernos de la mayor parte de los municipios y comunidades estarán en manos del PP o PSOE, no nos engañamos, es innegable que se ha dado un paso hacia adelante. Se acabaron los cheques en blanco, se ha puesto fin a las mayorías absolutas. Los ciudadanos somos cada vez más exigentes y ya no nos vale el «tiene carta blanca para hacer lo que quiera».
Ahora, en este 2015, las fuerzas políticas estarán obligadas a pactar las decisiones que nos afectan directamente si quieren poner en marcha nuevas políticas y leyes. Lo que, también, está demostrando lo ocurrido en Andalucía, y que podría ocurrir en otros puntos de geografía a tenor de los resultados, es que los gobiernos no se dan a cambio de cargos, sino de acuerdos concretos en materias especialmente delicadas para los ciudadanos.
Es cierto que quizás las expectativas del cambio eran demasiadas elevadas, pero, hay que reconocer que tanto Podemos como Ciudadanos están despegando a un ritmo imparable. Pensemos en las distintas revoluciones en la historia. Nadie un día, de repente, se levantó y dijo: «estamos en Renacimiento». Todos los grandes cambios son el resultado de una evolución que se ha ido fraguando en el tiempo.
Son fruto de pequeños pasos que se han ido dando poco a poco, sin saber exactamente donde nos conducían hasta que en una mañana miramos hacia atrás, y nos damos cuenta que nuestro mundo ya no es el que era. Y sinceramente, creo que nos encontramos en este punto.
Hace unos meses era impensable que Esperanza Aguirre posiblemente no fuera la alcaldesa de Madrid, y ahora una formación de confluencia ciudadana, lo más seguro, llegue a la alcaldía. Tampoco, la voz visible de una plataforma antideshaucios se esperaba que ganase en Barcelona, y ha pasado.
Las razones políticas del porqué estamos aquí que las busquen los analistas, pero, para mí hay una cuestión fundamental que lo explicaría. No se puede dejar de lado a los ciudadanos y favorecer únicamente a las grandes fortunas y a las empresas del IBEX. Porque los que quitan y ponen gobiernos son los albañiles, fontaneros, maestros a los que despediste, interinos a los que nunca más contrataste, padres de familias que han visto como sus hijos se han tenido que marchar para tener un futuro y hasta el indigente que está en la calle… En definitiva, no sólo los ricos sino, también, muchos de los 12 millones de españoles que están en situación de exclusión social.
Fuentes y referencias