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Miedo a lo imprevisible

La verdad, que me resistía porque hay una avalancha de opinólogos  profesionales en ello, pero, desde la humildad, llego a esta  conclusión. En nuestra piel de toro, se tiene  miedo a la democracia. Es imprevisible. No se puede controlar a la masa, y su resultado, en ocasiones, es desconocido. La abdicación del Rey ha reabierto  un debate que se intenta acallar, siempre en balde. Porque callar a 46,7 millones de españoles es imposible.

Por fortuna, la crisis,  a la fuerza,  ha provocado el despertar ciudadano.  Y  somos muchos los que estamos en la calle reclamando nuestro derecho a decidir sobre los asuntos que nos afectan como colectivo. Viendo como sistemáticamente Partido Popular y Partido Socialista poseídos por el espíritu de los grandes poderes económicos nos traicionan.Poner la tele es ver infumables tertulias sobre lo bueno que es el Rey y otros, los menos, defendiendo la necesidad de un referéndum.

En nuestro país se  vive en democracia, sin embargo, es pírrica y débil. No sé a qué tienen miedo. Los que defienden la institución de la monarquía y si  tan convencidos  están de sus excelencias , entonces, pensarán que el resultado de esta consulta será la  continuidad. ¿Cual es el problema?. Es más, los que nos declaramos abiertamente republicanos nos tendremos que callar y aceptar su resultado. Al menos, el nuevo monarca tendrá la  necesaria legitimidad  democrática y moral frente a sus súbditos.

Lo que me temo es que como siempre PP y PSOE  en este asunto no se tirarán los trastos y se aliarán en la aprobación de esa ley orgánica que dé al heredero al trono. Lo que volverá a hundir más a los socialistas, que gracias a acciones como éstas, pierden el reinado de la izquierda que durante años han ostentado. Y es que  nadar y guardar la ropa es directamente imposible y contradictorio. No se puede continuamente hablar de la Transición para justificar todo. Ha pasado el tiempo  y ya el mundo es otro y las circunstancias, también.

Además, con el proceso de primarias abierto, se pueden llevar un susto que resulte elegido alguien que no esperaban. Ser un republicano que diese un cambio de rumbo  y no los apoyase en este  «porque lo digo yo, y no el pueblo».

Por otro lado, en este intento de los poderes fácticos de volver a colarla, lo único que hago escuchar es , por el momento, que   ciudadano Felipe de Borbón está muy bien preparado. Hombre, normal, si a mí el Estado me hubiera pagado la formación que él ha tenido, pues, ya ves. También, que la República no traerá trabajo, desde luego, pero, sí una mayor democracia. No es una cuestión económica, sino de dignidad y justicia social. Principios tan antiguos como aquello de igualdad, libertad y fraternidad.

Aunque, nunca nos digan los verdaderos motivos que le ha llevado a su abdicación, que no dimisión, porque hasta para eso tiene privilegios, porque el Rey no dimite, los demás sí, él no.

 

 

No es difícil sumar dos y dos. Después del ascenso esperado y confirmado por  las elecciones europeas, el bipartidismo tiene miedo, y la Casa Real, también. Saben que IU y Podemos podrían poner fin a este sistema. Entre sus promesas están acabar con este chollo heredado del franquismo. Y los escándalos conocidos de la Casa Real   provocan que su imagen  se  esté  deteriorando  a pasos agigantados. Por eso, tanta premura en este traspaso de reinados.  El tiempo se les acaba, y lo saben. Sin referéndum, y sin caer en la cuenta, están ayudando a que «boliviarianos», Podemos, y los «comunistas», Izquierda Unida, logren más votos aún para las próximas elecciones. Ya que están haciendo suyo el clamor popular de que necesitamos cambios «reales» y profundos, y no soluciones caducas de hace 40 años. Que tratan de lavar la cara.

Sinceramente, al único Rey,  que reconozco de corazón, es el Rey de mi casa, mi gato, y me estaba pensando nombrarlo Emperador.

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